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BROAD PEAK '84
BROAD PEAK '84
UNA SERPIENTE ATROPELLADA
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Wojtek y yo partimos con una decisión firme de que deberíamos mantenernos unidos en nuestro equipo fuerte compuesto por los dos. Resulta que, en estas fechas, en el mismo lugar, organizaba una pequeña expedición Janusz Majer, de Katowice. Iban a ir los cuatro a Broad Peak. Unimos entonces nuestras fuerzas; juntos era más fácil organizar todo. Sin embargo, los trabajos preparativos para una expedición no eran nada fácil en las condiciones que teníamos. Es decir, en nuestro país faltaba de todo y sobre todo la carne. Se quedó grabada en mi mente la escena en una de las Oficinas Altas, de la que dependía si se nos adjudicara permiso para compra adicional de carne. Después de una batalla muy larga, llegué frente al propio director, quien, extendido detrás de su escritorio, me saludó con desgana con las siguientes palabras:

– Ya va siendo hora de terminar con esto. Yo, cuando voy a las montañas durante todo el año estoy ahorrando mis tarjetas de racionamiento y luego compro las conservas. ¡Y ustedes quieren racionamiento especial!

Conducía de forma tranquila, por medio de un estrecho trozo asfaltado. Notaba que la camioneta iba sobrecargada. Normalmente esto no tendría tanta importancia, pero allí en esas serpentinas sí. De vez en cuando la carretera estaba atravesada por flujos de agua, que parecían unos pequeños acueductos, sobre los cuales había puntos muy estrechos. Cuando atravesaba uno de estos puntos, decidí girar un poco a la derecha (en Pakistán hay circulación por la izquierda) para mantenerme más o menos en el centro. Lo hice de forma automática y rutinaria. Los pelos se me pusieron de punta. La camioneta no reaccionaba. Era cuestión de fracción de segundos, no tenía tiempo para una segunda maniobra. Con una rueda choqué con el muro que limitaba el paso, el volante se salió de mis manos. No pude hacer nada más. Caímos a una zanja.

Nuestros trastos salieron con una camioneta de marca Mercedes, cuyos propietarios: Rysiek Warecki y Tomek Świątkowski, por algunos dólares al día y la oportunidad de ver el glaciar Baltoro, se encargaron de llevar nuestro equipamiento lo más lejos posible. Todo funcionaba como un reloj.

Salimos de Islamabad a las cuatro de la tarde, viajamos toda la noche. De un lado ladera, del otro abismo. Doscientos metros más abajo serpenteaba el río. Llamaban a esta carretera “Karakoram Highway” pero nosotros, al estar detrás del volante, no teníamos ganas de bromear. De repente escuchamos: ¡Stop! Carretera cerrada. A nuestra “autopista” bajó un alud de piedras y las estaban retirando. Estaba taponada. Esto podía llevar cuatro días más. Giré el volante, di media vuelta y me dirigí hacía un pueblo más cercano, alejado a unas cuarenta millas: a Gilgit.

Relato de Jerzy Kukuczka sobre lo acontecido.

Instalamos el campo base a los pies de la arista sur de Broad Peak. No estábamos interesados únicamente en ascender al Broad Peak; en la montaña que ya visitamos de “incognito”; sino que queríamos atravesar todos los picos de esta montaña. Empezando por la arista sur- todavía virgen. Broad Peak era una montaña a la que no dirigían más rutas que la ruta establecida por primeros conquistadores. Empezar la travesía por la arista sur es lo que más nos atraía. Por eso montamos las carpas allí, para estar más cerca y tener la opción de comprobar bien las posibilidades de alcanzarla y conquistarla. Desde lejos todo parecía atractivo, pero ilegible. El pequeño valle, la arista, la pared, el desfiladero etc. Ya iba siendo hora de ver como estaba realmente. De cerca.

Ya la primera excursión de reconocimiento fue un baldazo de agua fría. Desde principio teníamos que fijar las cuerdas y escalar con aseguramiento. Durante el siguiente intento decidimos hacer un vivac en un campo de hielo empinado. Algo empezó a caer sobre la lona de la carpa. Después de un rato, notamos que los “guisantes” caen cada vez más gruesos. Escuchamos dos ruidos secos. De repente nos dimos cuenta de que teníamos las estrellas sobre nuestras cabezas. Nuestra carpa estaba rajada, y en el lugar donde estaba cocinando hace unos minutos, se encontraban dos rocas del tamaño de una cabeza humana.

Partimos. Duramos cinco días. La cima norte no era nada fácil, nos esperaba una escalada muy dura (7100-7538-7300 metros). El ascenso a la cima central resultó más sencillo. En general todo el plan lo llevamos a cabo sin grandes problemas y retrasos (8016-7800 metros). A continuación, el 17 de julio, se conquistó la cima principal de Broad Peak (8047). Estábamos perfectamente aclimatados gracias a las escapadas de reconocimiento en la arista del Sur. Wojtek tenía razón. La travesía desde la parte del Norte estaba más sencilla. ¿Pero quizás más bonita sería la travesía empezando desde el Sur?

El hielo estaba tan duro, que incluso los crampones no ayudaban. Nuestras mentes se estaban colapsando. Llegado cierto momento Wojtek dijo:

-Para ser el principio de la travesía esto está siendo demasiado duro. ¿Por qué no empezamos desde la arista del Norte?

-Para ser el principio de la travesía esto está siendo demasiado duro. ¿Por qué no empezamos desde la arista del Norte?

- Ya que estamos condenados uno al otro, ¡vale! ¡Haremos lo que tú quieras! Empezaremos por la parte del Norte.

8051 m.n.p.m
Cumbre
17 julio de 1984
Descendimos de la cumbre contentos y relajados. Justo antes del campo II (6400 metros), antes de terminar la travesía perdí de vista a Wojtek. Estaba bajando de forma muy segura, ya que parecía todo muy sencillo. Encontró una cuerda, la agarró y a continuación se rompió. Empezó a resbalar sin parar por la ladera helada. No había manera de detenerse. Por suerte con su último esfuerzo lo consiguió, justo antes de una caída vertical. ¿Fue el dedo de Dios indicando que hay que tener cuidado en las montañas hasta el final? Quizás si…Al realizar esta nueva ruta cumplimos solo la mitad de nuestro plan.

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